10 ago 2007

SI LLUEVE EN AGOSTO, MIEL Y MOSTO

Con este artículo empiezo la sección de apicultura, con la que pretendo dar una ligera idea del fascinante mundo de las abejas.



En mi familia siempre ha habido colmenas y recuerdo que mi abuelo cuando llegaban estas fechas me decía este refrán ¨Si llueve en agosto, miel y mosto¨. La verdad es que tenía toda la razón.




En los brezales situados en las zonas altas de Cantabria (a partir de 600 m.), las abejas están en plena recolección del néctar de estas flores, a partir del cual harán la preciada y valorada miel de brezo. De las distintas especies de brezos existentes en esta región, sólo tres son los importantes para la producción de miel: Erica cinerea, Erica vagans y Calluna vulgaris.


Como os podréis imaginar, es muy importante que en agosto llueva algo sobre estos brezales, aunque sólo sean tormentas esporádicas, ya que de otra manera las flores se secan (se agostan) y las abejas se quedan sin libar su néctar, quedandose la cosecha de miel muy mermada.



Las abejas recogen el néctar de las flores junto con el polen, con éste último dan de comer a las larvas (futuras abejas) y con el néctar elaboraran la miel para su consumo y el nuestro.







El proceso es lento y laborioso. Una vez que la abeja llega a la colmena con el buche lleno de néctar (solución de agua y azúcares con pequeñas cantidades de otros elementos como vitaminas, aminoácidos, minerales, enzimas...) lo deposita en una celdilla y empiezan a añadirle secreciones glandulares enzimáticas que desdoblan la sacarosa en glucosa y fructosa, a la vez que eliminan humedad hasta llegar al 18-20%. Una vez llena la celdilla y madurada la miel la tapan con una lámina de cera muy fina denominada opérculo.






En próximos artículos iré reflejando como sigue la campaña apícola en Cantabria.

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