Un mundo de zombIs, turistas y caminantes
Esto es un resumen del libro “El decálogo del caminante”’ de Manuel Pimentel Siles y de algún artículo suyo.
También os pongo un vídeo donde lo explica él mismo.
Os recomiendo su lectura y ha reflexionar sobre lo que plantea, a lo mejor nos ayuda a empezar a andar nuestro camino. a retomarlo o a seguir recorriéndolo.
"“La vida es un camino por recorrer, y los sabios clasifican a las personas en tres grandes grupos en función de su sabiduría: los zombis, los turistas y los caminantes.
Los zombis nos recuerdan a los muertos vivientes. Son los más tristes y patéticos, pero, desgraciadamente, los más abundantes. No es difícil distinguirlos. Siguen a la masa, sin personalidad propia. Arrastran sus pies al ritmo que le marcan los demás. Solo parecen motivarse por comer, beber, alguna pequeña diversión, y a dormir de nuevo. Deambulan sin rumbo ni sentido, sin noción de su propia valía ni de la misión trascendente que les corresponde.
El segundo nivel sería el de los turistas. Llegan, hacen sus fotos y se van. Pasan siempre por la superficialidad de los proyectos que acometen. No suelen comprometerse con nada ni con nadie y, al final, solo se quedan con las apariencias de lo que les muestran. Son incapaces de profundizar y no aspiran a ningún tipo de trascendencia, solo a divertirse y a ganar dinero hoy, sin pensar en demasía en el mañana remoto. El turista observa los lugares que visita como si se tratasen de un gran decorado para fotografiar, mientras que el viajero trata de comprenderlo, adentrarse en él y vivirlo. El primero se contenta con enseñar las fotos a sus amigos al regreso, mientras que a los segundos lo que les interesa son las vivencias y el conocimiento que obtienen. A los turistas solo les interesa la foto, el figurar, el decir que estuvieron allí. No aspiran a cambiar el mundo que les rodea, al que consideran solo un decorado para posar.
Los caminantes son aquellas personas conscientes de que su vida es un camino que tienen que recorrer. Se preocupan por su crecimiento personal, se preguntan por los paisajes y las personas que conocen a lo largo de su senda y aspiran a mejorarlos. Tienen metas y actúan en consecuencia.
Somos zombis, turistas o caminantes no por nuestro diferencial de inteligencia, sino por nuestra actitud, por las prioridades que nos marcamos y los compromisos que adquirimos. El caminante avanza en la senda de la sabiduría, el turista llega a la del conocimiento y el zombi, a la de los estímulos cotidianos.
Existen zombis con una felicidad simple y ramplona. Llevan una vida muelle y sencilla, de centros comerciales de fin de semana. A nada aspiran y nada les atormenta, más que su salud y las necesidades físicas más básicas. Por el contrario, muchos caminantes pueden ser desgraciados porque no les gusta lo que ven en su camino, o porque sufren al no poder mejorar aquello que desearían. La propia autoconciencia es puerta de la sabiduría, pero, también, a veces, de la amargura. La felicidad a la que puede aspirar el caminante es más difícil, pero también es la más plena. La felicidad de los zombis es elemental, la de los turistas, superficial, y la de los caminantes, íntima y plena.
Los zombis se confunden con el color de la mayoría, los turistas buscan afianzar su personalidad con las expresiones externas y con las modas, mientras que a los caminantes los diferencia la riqueza de su interior, la claridad de sus objetivos y su deseo transformador. Los caminantes saben que en muchas ocasiones les tocará nadar contracorriente y sufrir en solitario. Pero el camino es largo y esa anticipación será la semilla que les permita fructificar en ese futuro en el que los zombis y turistas sufrirán hasta desaparecer.
A la vista de lo dicho: ¿qué es usted? ¿Zombi, turista o caminante?
Un dato para que no se desanime. El 60% pertenece al género zombi, el 35% al turista y el 5% al caminante. Seguro que pertenece a este último grupo. Pero si no fuera así, no se desanime. Redoble su esfuerzo en el camino de la sabiduría y logrará ascender de categoría”.
Uno no es feliz. Uno se siente feliz, que es algo bien distinto. La felicidad se mira con un baremo interior, íntimo, exclusivo. Es un efímero cotidiano, subjetivo y placentero. También es el balance de un camino en su conjunto. Lo que para unos hace feliz, para otros supone congoja. Nadie externo puede saber en verdad cuán felices nos sentimos. Nuestras vidas son caminos que recorremos paso a paso, jornada a jornada. Hay etapas buenas, menos buenas y malas. Al igual que no es lo mismo un viajero que un turista, también existe una sabiduría del caminante, que lo distingue del triste deambular zombi de una parte importante de la población.
Decidí, en un ejercicio de osadía, resumir esa sabiduría en un sucinto decálogo del caminante, que, en pinceladas, enumero a continuación:
DECÁLOGO DEL CAMINANTE
- Primero. Ten sueños, metas e ideales. Conceden sentido a tu andar y marcan el norte a tu brújula vital. Justifican el esfuerzo que realizas. La sensación de acercarte a ellos te proporcionará felicidad en tu camino.
- Segundo. Que esa meta te estimule, que no te aplaste. Metas más allá de tus posibilidades pueden frustrarte. Por el contrario, metas demasiado cortas pueden acomodarte y hastiarte. Deben conseguir que te esfuerces para dar lo mejor de ti, pero no amargarte ni alienarte.
- Tercero. La felicidad no se concentra en el preciso instante de cruzar la meta, hay que saber encontrarla en cada etapa del camino. No la difieras en exclusiva al futuro logro de tus objetivos, disfruta de las pequeñas cosas de cada jornada. Establece metas intermedias; superarlas te estimulará y te reafirmará en el camino correcto.
- Cuarto. A meta alcanzada, nueva meta planteada. Evitarás el hórror vacui de una vida sin proyecto ni norte. Esas nuevas metas no solo deben conjugarse con el más y más, sino con lo diferente y, sobre todo, con lo mejor.
- Quinto. Apóyate en el bastón de tu talento, guíate por la brújula de tus sueños e ideales, y planta tus botas sobre la realidad. Los viejos caminantes saben que para llegar lejos deben marchar paso a paso, mirando al suelo para no tropezar, pero elevando la mirada a las estrellas para marcar el rumbo a seguir. Que tu inteligencia e intuición te ayuden a escoger la ruta más adecuada en las muchas bifurcaciones que se te presentarán cada día.
- Sexto. El camino tiene sentido en su conjunto. Integra en él los capítulos duros, de dolor y sufrimiento. Aislados, te amargarán; insertos en tu vida entera adquirirán sentido. Lo comprenderás cuando tengas suficiente altura de miras como para poder comprender tu propio camino pasado y sepas aprovecharlo para el que aún te queda por recorrer.
- Séptimo. Los demás caminantes reconocen en ti al personaje que tú proyectas. Eres lo que haces y no como piensas que eres. Raymond Carver escribió que "Tú no eres tu personaje, pero tu personaje sí eres tú". El personaje que los demás ven, es más real que la persona que tú te consideras en tu interior. Presta atención a lo que en verdad haces, y no te autojustifiques con la excusa de lo que piensas que eres.
- Octavo. La coherencia entre tu persona y tu personaje, entre lo que piensas y lo que haces, te hará sentir bien. La incoherencia vital te hará el camino insufrible.
- Noveno. Tu vida es una novela que escribes con tus actos. Conoce a tu personaje y desarrolla tus potencias en función de las circunstancias y de tus sueños e ideales. Comprende tu realidad de escritor de la propia novela de tu vida, influye en el argumento de tu novela y concede mayor protagonismo a tu personaje. Podrás comprender tu camino en su conjunto.
- Décimo. No caminas solo. Tú felicidad también se encuentra en la de los demás. Lo que das, recibes. Ayuda con generosidad y no olvides que, además de las personas, también nos acompaña la naturaleza ubérrima con toda su vida hermana.
Un decálogo sencillo para un camino complicado de rosas y espinas. El de tu propia vida. ¡Suerte con ella, hermano!""
2 comentarios:
Yo quiero ser camiante, Pero confieso que tengo algunas cosas de zombi y otras de turista.
Haber que dice el decálogo y si no es muy complicado quizás lo consiga.
Hasta pronto
es una interesante forma de clasificar las distintas facetas de nuestra vida, o de las vidas completas de otros seres humanos, en fin buena corriente de pensamiento.
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